Desafiando al destino: cuando rendirse no era la opción

Desafiando al destino: cuando rendirse no era la opción
- Juan Carlos Arango Lasprilla
- José Enrique Álvarez Alcántara

Por nuestra parte, hemos considerado que los orígenes y el desarrollo de esta disciplina en nuestra región y naciones se han expresado de manera muy diferente a las formas que se observaron u observan en Europa –Francia, Alemania, la ex-URSS y Reino Unido– o los Estados Unidos de América; incluso, han sido algo distintos entre los propios países de la misma región, como puede reconocerse revisando esta historia en la Argentina o la República Oriental del Uruguay; ya no digamos Brasil o la isla de Cuba. Podría decirse que “por otras vías y por otros medios hemos llegado al mismo horizonte”.
Como podemos constatar, libros, artículos o trabajos que documentan este trayecto en nuestra región seguramente los hay y los seguirá habiendo; sin embargo, la trama presentada en el texto que se muestra ante sus ojos y se posa sobre sus manos ha sido Interconstruida bajo la mirada, la memoria y las vivencias de dos de sus actores –hermanada con la narrativa autobiográfica e histórica– y pretende distanciarse de una aproximación centrada en la persona o en las cualidades particulares de individuos divorciados de sus condiciones materiales y culturales de existencia y que, podrían pensar o creer algunos, merecería un acercamiento bajo los espejuelos de las “vidas ejemplares” y los aforismos motivacionales que suelen propalarse hoy como “ejemplos a seguir”.
Si bien es cierto que por la naturaleza del texto que ahora podrán leer es inevitable una aproximación que resalte los orígenes y el desarrollo, bajo ciertas condiciones de existencia –históricas, económicas, culturales y personales de los personajes o sujetos de la actividad y de la narración, es también necesario destacar que nos proponemos trascender a los mismos –al margen de la “ejemplaridad” o no de su desarrollo–, en aras de resaltar un conjunto de circunstancias que favorecieron el devenir de ellos y, sobremanera, de la neuropsicología como una rama del conocimiento psicológico en Colombia y México, bajo la mirada y la visión dos de los actores que vivenciaron este proceso.
En este sentido, asumimos que la acumulación de recuerdos no es la sumatoria de registros fieles, literales y pasivos de la realidad; no “archivamos” o “grabamos” instantáneas objetivas de los sucesos pretéritos que guardados quedan en un escriño del cual pueden ser, otra ocasión, recuperados como tales. Pudiérase decir que los recuerdos son, más bien, “registros” de cómo hemos vivenciado tales eventos.
Por lo demás, resultará legítimo preguntarnos:
¿Qué sería de nosotros, de nuestro ser, nuestra identidad, sentido de pertenencia, auto referencialidad o autoconsciencia de no poseer una memoria? ¿Puede haber historia, biografía o autobiografía sin memoria?
En el sentido que hemos expuesto resulta conveniente destacar el hecho de que la herramienta de la cual nos hemos servido es, literalmente, el conjunto de recuerdos y reminiscencias que alimentan nuestra memoria autobiográfica y su organización secuencial en este trabajo organizado narrativamente como relatos autobiográficos.
Ahora bien, es conveniente inquirir en aras de precisar aún más la cuestión: ¿cuáles son las fuentes que dan origen y sentido a este par de historias de vida?
Corría el año 2009, en México, durante un congreso de neuropsicología y, cual si el Oráculo de Delfos lo hubiese advertido, Juan Carlos y Enrique tuvieron su primer encuentro; nada parecía presuponer que habiendo vivenciado dos aparentes y distantes vidas e historias, que proviniendo de dos países de origen distinto, que habitando circunstancialmente dos naciones separadas por un enorme océano, que estando distanciados por poco más de tres lustros de vida, etcétera, hubiesen poseído rasgos y características, tanto personales como históricas, que les hermanan de una manera muy estrecha y sólida. Pareciera como si hubiera una fuerza magnética que gozará del poder suficiente y propiciatorio de las condiciones de tiempo y lugar favorables para un encuentro benéfico y así cumplir una tarea y una responsabilidad prescrita tiempo atrás.
Algunos años más tarde, si la memoria no nos traiciona, tal vez en Medellín, Colombia, una tarde de un día en el cual departíamos una interesante charla, durante la realización de un congreso de neuropsicología; de pronto, a rajatabla, Juan Carlos Arango espetó directamente al viento:
— ¿Por qué no escribimos un libro que contenga nuestras historias de vida para que las jóvenes generaciones de psicólogos y neuropsicólogos en ciernes aprecien cómo, bajo circunstancias adversas, dos personas, separadas geográfica y temporalmente, en dos naciones latinoamericanas, afrontaron con cierto éxito las circunstancias que les tocaron vivenciar y cómo, desde ese tiempo y lugar, observaron y participaron del desarrollo de la neuropsicología?
Así, de pronto, hallándonos frente a una encrucijada que demandaba optar por un camino aún imprevisto, Enrique Álvarez se dirigió hacia sí mismo otra muy breve pregunta:
— ¿Por qué no?
Fue de este modo que sin haberlo pensado demasiado, se acordó por ambos escribir este pequeño libro cargado de emociones, recuerdos y sentimientos, de vivencias y experiencias, en aras de aportar a quienes lo lean la certeza de que nunca, jamás, nada estará perdido; de que a pesar de todos los pesares y barreras vistas, siempre, e invariablemente, cuando puertas y ventanas parecen haberse cerrada con nosotros dentro, perseverando será posible abrir otras puertas y ventanas que permitirán la salida hacia nuevos y prometedores horizontes.
En este sentido, bajo nuestro propósito y concepción, deliberamos y determinamos narrar, para quienes lean esta obra, dos historias de vida, bajo las condiciones históricas, sociales, económicas, políticas y culturales específicas que trascienden el quehacer universitario u hospitalario y se instalan en la existencia y la vivencia cotidiana misma, pretendiendo ante todo enriquecer otras miradas e interpretaciones sobre una disciplina del conocimiento científico que a pesar de los pesares contados en estas primeras páginas, ha avanzado, por otras vías y por otros medios, hacia el mismo horizonte.
Reiteramos que los personajes o actores de esta obra no son el objeto de interés o de análisis; más bien, a través de ellos aspiramos a retratar o documentar una historia que, sin la participación de ellos, entre otros personajes más, carecería de sentido como historia legítima.
Finalmente, mediante estas breves historias de vida hemos determinado partir de una diferencia muy nítida entre “ser” y “tener”. Lo que hallarán en la exposición no trata de las cualidades, valores, rasgos de personalidad, capacidades o competencias que poseen o tienen los personajes –sean de naturaleza innata o adquirida–, ello nos parece intrascendente; lo esencial, consideramos, consiste en mostrar, mediante las vivencias de tales actores, una senda y un horizonte marcados por una actitud ante la vida: Ninguna barrera u obstáculo será lo suficientemente poderosa como para impedir al ser, hacer. Ser, salvando las circunstancias; siendo, haciéndose.
¡Vayan pues estos relatos como una muestra de que siempre será posible lograr aquello que se ama, como a la vida misma!
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